Gisela Derpic | HONORES
15265
post-template-default,single,single-post,postid-15265,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,hide_top_bar_on_mobile_header,qode-theme-ver-16.8,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-5.5.2,vc_non_responsive

HONORES

Tertulia amorosa de compañeras y, ¡ventura!, preceptoras de bachillerato cuarentón. Recuerdos y confidencias, preguntas sobre historias inconclusas, susurradas a medias.

  • Mi padre alguna vez habló de un extranjero enterrado en Potosí… de apellido extraño, lo mataron sin juzgarlo – dice una de las curiosas.
  • Debe ser Honores, así apellidaba. Chileno y guapo se decía. Llegó para hacerse rico en los años treinta del siglo XX – Julia, profesora de matemáticas.
  • Mejor que con el dinero le fue con las mujeres. De todas las clases sociales, solteras y casadas – tercia Amparo, la de Física – bajando la voz: con las de mal vivir por supuesto. No le cobraban…
  • ¿No se hizo rico? – otra curiosa.
  • No sólo eso, murió en el intento – sentenciosamente Beatriz, la de Labores.
  • ¿Cómo fue eso? – la despistada desde la escuela.
  • Una tarde de sábado, en la casa de la solterona usurera. Calle La Paz esquina Hoyos. Los vecinos se alarman al oír los gritos y ver el humo saliendo de las ventanas. Peor aun cuando un hombre abandona el inmueble y corre en dirección del cementerio, la zona roja de la ciudad -rememora Amparo.
  • Como cada sábado, mi hermana y yo, de unos ocho y 10 años tal vez, acompañábamos a mi madre a poner flores en el nicho de mi padre – dice Beatriz. – Vimos el tumulto entrando detrás del hombre ese, sucio y desaliñado. En medio había policías. Llegaron hasta el final de la calle principal, lejos de nosotras. Sólo escuchamos los disparos, sin poder ver más… fue terrible.
  • Seguro – comenta Julia – ¡qué experiencia para esas niñas! Por ese tiempo se creía que untarse la ropa en el pecho con la sangre de un malhechor abatido así protegía contra asaltos y robos… Esa tarde nadie lo hizo. Se sabía: Juan Honores tenía sífilis.

Cae el silencio. Quienes la vieron recuerdan aquella tumba plebeya en el suelo, ya anónima por el paso del tiempo. Se la conoce como la del “santo de las putas y los ladrones”. Perenne homenaje del lumpen: siempre cubierta de flores, siempre rodeada de velas.

5 Comments
  • dublaj
    Posted at 06:17h, 01 febrero Responder

    Hello my family member! I want to say that this post is amazing, great written and come with almost all vital infos. I would like to peer extra posts like this . Lonni Lorenzo Filmore

  • canli
    Posted at 08:17h, 01 febrero Responder

    I have been examinating out some of your posts and i can state pretty good stuff. I will definitely bookmark your website. Janna Gerik Lorianne

    • Gisela Derpic
      Posted at 16:52h, 01 febrero Responder

      Thank you.

  • dizi
    Posted at 10:05h, 01 febrero Responder

    Aww! YAY YOU! What a beautiful, real story. Makes me smile. XO Raquela Rowney Gino

  • erotik
    Posted at 11:41h, 01 febrero Responder

    You could definitely see your expertise within the paintings you write. The arena hopes for even more passionate writers like you who are not afraid to mention how they believe. At all times go after your heart. Julita Shae Jase

Post A Reply to Gisela Derpic Cancel Reply