Gisela Derpic | FUTURO
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FUTURO

FUTURO

Gisela Derpic Salazar

Balance 2019, tarea difícil de una vez y en solitario; pero el fin de año invita a cumplirla reservando el rigor académico para otro momento. De los  365 días transcurridos, el 10 de noviembre es de privilegiada recordación porque ese día sucedió aquella renuncia precedida de una compleja maraña de múltiples eventos, obra de todos y de nadie; desenlace sorpresivo de una etapa ignominiosa de casi catorce años cuya prolongación indefinida temía y rechazaba alrededor del 70% de la ciudadanía que en las encuestas recientes apoya opciones electorales distintas a la del partido neodictatorial.

Avalancha de renuncias a decisión malévola de dejarnos a merced de los delincuentes contratados para atacarnos en los días de vacío de poder pensando sería el camino de retorno inevitable de los abusivos al mando del país. La inesperada sucesión constitucional les dejó con las ganas, y se fueron haciendo perceptibles señales de un nuevo tiempo. Sí, nos reconocimos compañeros fraternos de los otros en la vida, unidos por lazos iguales a las pititas sostenidas por miles de manos durante 21 días de lucha libertaria. Sentimos la buena energía en las calles y avenidas, plazas y parques, en los ambientes de estudio y trabajo, y en nuestros espacios privados.

Como a la voz de “¡ahora!”, a la casi instantánea transformación del BTV  en el renacido “canal de todos los bolivianos”, siguió la diferencia de contenido de los canales privados, reproductores de los mensajes de la cúpula del poder en el largo invierno de la neodictadura, y el cambio del periódico “Bolivia” cuando dejó de llamarse “cambio”. Como dice Robert Brockmann en su artículo “Tanto poder, tanta maldad”, es como si “se hubiera levantado un velo sucio que nos atenuaba la luz” y recobramos los sentidos, la belleza de lo complejo, múltiple y diverso, la carta de navegación por los mares de la  existencia, la brújula de valores y principios heredados desde antiguo. Sí, también volvió el buen sentido exiliado en la clandestinidad de quienes sobreviven en la condena del silencio dando paso a la impostura alimentada por la desinformación, políticas de gobierno que plantaron las mentiras hoy en fase de derrumbe.

Se confirman nuestras sospechas de la falsedad del éxito económico, de los efectos del despilfarro, la corrupción, la pésima gestión de las empresas públicas, la debacle en materia de hidrocarburos y la elevada deuda, interna y externa. Queda fuera de duda que en Bolivia hay una base enorme de producción y tráfico de cocaína, con factorías de gran capacidad, asociado todo causalmente al incremento de la criminalidad y la violencia. La corrupción transversalizada en el aparato estatal y las organizaciones de la sociedad se destapa con dimensiones nunca vistas antes. Se ha verificado la naturaleza perversa de la presencia de los farsantes del siglo XXI de distintas nacionalidades ejecutando sin disimulo las tareas sucias del espionaje y matonaje políticos, a costa de nuestros recursos estatales.

Cavilamos acerca del éxito de la  manipulación mundial de los especialistas en la  receta del poder eterno, uno de cuyos ingredientes es la propaganda falaz, en plena era de la información. Cavilamos sobre la contradicción entre el inconmensurable flujo de información y la también inconmensurable ignorancia campeante en importantes centros académicos e institucionales del primer mundo, donde no se mira, dice o hace algo con respecto a las violaciones de los derechos humanos en los países miembros del antes Foro de San Pablo, hoy Grupo de Puebla, pero se chilla contra el inventado golpe de estado en Bolivia. Extraño golpe de estado este con el poder legislativo en funciones, conformado por una mayoría del MAS y los presidentes de ambas cámaras militantes de esa tienda política, la administración pública con funcionarios designados por el régimen anterior, las Fuerzas Armadas desarrollando sus tareas regulares en los cuarteles, libertad de prensa, organizaciones políticas y sociales vigentes y ninguna represión política.

Nos indigna comprobar que algunos europeos creen que todavía somos su colonia, se sienten con derecho a hacer lo que les venga en gana aquí y se rasgan las vestiduras si nos atrevemos a reaccionar legítima y legalmente. Nos indigna que ciertos vecinos históricamente discriminadores de los “bolitas” se atrevan a venir a nuestra casa a hacer gala de su maestría para mentir y estafar tirando el saco del fugado caudillo “con la cara más boliviana” porque así lo determina su condición de esbirros de los poderosos y suponen puede serles útil. Quién sabe, tal vez la próxima, si la hay, nuestro gobierno constitucional tendrá que ser más drástico al respecto. De cualquier manera, hay ganancia sabiendo la verdad acerca de con quienes estamos tratando.

Y siguiendo con la verdad, ahora se despeja una incógnita que era el secreto mejor guardado por la cúpula empoderada: el supuesto monstruo invencible no existía; no era mas, era menos; lo que se proyectaba amenazante sobre nosotros era la sombra gigantesca de un enano al influjo de un montaje propagandístico modelo isleño del mejor estilo fascista, de modo que no era fácil distinguir entre lo real y lo fantasmal. Lo prueban los rostros y voces del mismo MAS que por primera vez se han hecho evidentes gracias a que Añez es presidenta. Indígenas desconocidos, novedad en sí mismos, acompañada de otras: sus palabras y sus acciones revelando personas con valores y principios democráticos sometidas a la exclusión y discriminación por quienes no solo expropiaron en su beneficio el patrimonio público; privatizaron además al llamado “instrumento político para la soberanía de los pueblos”. Lo prueba también el fracaso de los últimos eventos convocados por el evadido “jefazo”, como el encuentro en Buenos Aires, Argentina, el 1° de diciembre, que se dijo reuniría a mil personas que no llegaron a 30, o el Congreso campesino de Potosí de 20 en Betanzos el 29 de diciembre. Inexplicable tal dimensión de la crisis masista a tan solo 52 días de la renuncia del caudillo a menos que se comprenda que el monstruo pasó a ser enano hace tiempo, reforzándose así otra sospecha, casi convicción: el fraude electoral fue una constante, todo el tiempo nos robaron el voto, solo siendo suas y llullas pudieron quedarse tantos años.

Termino: el 10 de noviembre sintetiza el 2019, cierra un ciclo y tiende un puente adelante. Vamos a seguir sabiendo largo el andar, conscientes de que la democracia es inconclusa y no entraña en sí misma las soluciones; es el único escenario para encontrarlas con el compromiso de los demócratas, militantes políticos o luchadores libertarios. En cualquier caso reconozcamos en la alternancia una de las condiciones democráticas indispensables y velemos por su cumplimiento. Mi deseo sincero para este 2020: que gane la mejor opción en las próximas elecciones. ¡Feliz año Nuevo! ¡Bienvenido sea el futuro!

 

 

 

 

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