01 Mar SOMOS MUCHOS
Menuda tarea recolectar firmas para la reforma judicial vía referéndum. Voluntaria, gratuita y generosa. Jornadas cansadoras, en turnos de permanencia en puntos fijos o yendo y viniendo de aquí para allá, a domicilio, sacando tiempo al estudio y/o trabajo, a la familia y descanso. Sin campaña publicitaria. Con entusiasmo y preocupación, poderosa combinación de efecto dinamizador.
Renovando cuestionamientos indignados ante las embestidas a nuestros derechos, a nuestra dignidad, por los expropiadores del país desde 2006. Sí, a eso. Mediante leyes, decretos y resoluciones administrativas de promulgación clandestina y publicación subrepticia, con aplicación efecto “balde de agua fría”. Como la elevación del porcentaje mínimo de firmas para una iniciativa ciudadana, de 9 a 15, en 2009. Como la infundada decisión del TSE de no aplicar el criterio de circunscripción nacional en este caso, de manera que el porcentaje sea cumplido en todos y cada uno de los 9 departamentos, por separado, sin sumarlos. Estrategia de atosigamiento normativo para dominar. Para reprimir la acción humana. Notable, en un lugar como este, país nuestro, donde en paralelo la anomia, el “hacer lo que nos da la gana” tiene garantía de impunidad mientras no cuestione al poder y/o para quienes visten de azul.
Decidimos emprender esta lucha por el derecho fundamental de toda persona a una administración de justicia de verdad, hartos de la podredumbre derivada de la cancelación de su independencia que la ha convertido en mazmorra de la iniquidad al servicio del poder. Lo hicimos sabiendo que el camino sería “cuesta arriba” y pedregoso.
Una carrera de obstáculos anómala. Previmos, además de los ataques oficialistas, frontales y disimulados, ataques del radicalismo infaltable, irresponsable, el de “todo o nada”, autoritario, que no acepta las vías democráticas, los medios no violentos. El mismo que no tiene visión estratégica y se queda en la diatriba funcional al régimen, atacando sin misericordia a todo aquel que piensa diferente. Ese que pretende que jugadores de tenis de mesa vayan a disputar un partido de rugby con poleras y cortos. Anticipamos que usaría encendida imaginación para descalificar con falacias nuestra iniciativa porque la mentira es inherente a todo autoritarismo. No nos sorprende.
Lo que sí renueva nuestra sorpresa, una y otra vez, es la adhesión creciente de tantas y tantas personas a esta cruzada ciudadana. Unas, primero preguntando, se aseguran de que es una causa digna de apoyar; otras ya están decididas: llegan, firman y suman.
Llegan los jóvenes, unos apenas estrenando su mayoría de edad; otros, ingresando a la adultez. Todos con una lucidez deslumbrante, quieren prosperar en libertad, aunque no conocieron otra forma de gobierno si no ésta, la del “proceso de cambio”, expulsora de la república para instalar una tierra de nadie. Aunque sufrieron la historia mal contada mil veces en la escuela y el colegio. Aunque les atosiga la propaganda de la impostura en las redes sociales. Por lo visto, nada de ello es eficaz para alterarles la conciencia.
Llegan personas de la tercera edad, con carnet de identidad de vigencia indefinida. Algunas con bastón, con déficit visual mayor. Llegan en taxi, con algún acompañante a quien toman del brazo para caminar con seguridad. Vienen indignadas desde atrás, desde 2006. Se amargan pensando en sus nietos, en el futuro de Bolivia. Son las que organizan reuniones familiares para la recolección de firmas. Son las que ya no tienen nada que perder y quieren legar algo mejor que este desastre a sus descendientes.
Llegan muchas personas adultas. Más mujeres entre ellas. Empleadas y desempleadas. Casi siempre con afán y prisa. Todas angustiadas por la criminalidad creciente y por el riesgo de que algún ser de su círculo de afecto tenga la mala fortuna de caer, “por angas o por mangas”, en manos de algún esbirro del poder incompetente en función de fiscal o juez. Con un valor civil que proviene de los espíritus libres y de la fuerza de su convicción, con una vocación de padres y madres de sus hijos, de los de otros, de la libertad y del país. Un valor que en el caso de las mujeres pone en duda el discurso de la indefensión femenina que lleva a movilizar nada más y nada menos que el aparato represor de un estado decadente para dizque protegerlas.
Estos son datos, no meras opiniones. Datos de los buenos, de los que no están en primeras planas ni se viralizan porque no venden ni son pagados. Agrietan la niebla densa y oscura de la crónica roja y el amarillismo en mezcla con la propaganda impostora oficialista, cuando estamos unos con otros, cara a cara, codo a codo, y emprendemos camino juntos, en aprendizaje solidario entre rebeldes con causa justa, alentada por el pensamiento crítico y el sentimiento profundo de los militantes de la libertad, y somos muchos. Por encima de todo sabotaje, saberlo es ya una victoria que anticipa las que vendrán.
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