25 Nov SALARIOS Y COSTO DE VIDA EN CUBA
Como no podía ser de otra manera, la liquidación de la libertad en Cuba convertida en una “isla prisión”, implicó también la de la propiedad privada; condición sine qua non para lograr la igualdad material, económica y social y forjar el “hombre nuevo”, según el proyecto socialista. Comenzó en 1959 con la expropiación de las empresas grandes y medianas, casi todas pertenecientes a extranjeros; terminó en 1968, con la denominada “ofensiva revolucionaria”, que incluyó como su línea estratégica la confiscación a los ciudadanos cubanos de 55.636 pequeños negocios; entre ellos 11.878 comercios de víveres (tiendas de abarrotes), 3.130 carnicerías, 3.198 bares, 8.101 establecimientos de comida (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.), 6.653 lavanderías, 3.643 barberías o peluquerías, 1.188 reparadoras de calzado, 4.544 talleres de mecánica automotriz, 1.598 artesanías y 3.345 carpinterías, según publicación oficial del periódico comunista Granma en marzo de ese año.
La periodista y bloguera Yoani Sánchez afirmó al respecto en una conferencia brindada en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala sobre productividad y desarrollo de la economía cubana el 1 de febrero de 2021: “se confiscó y nacionalizó hasta el cajón con el betún y el cepillo de los limpiabotas, y entramos ese día, esa noche, en la larga noche de la estatización, absoluta. Usted no se podía comer nada ni comprar nada ni recibir un solo servicio fuera del estado.”
La ruta del proceso de despojo discurrió con los bienes expropiados en favor de un Estado a su vez expropiado en favor de un partido único expropiado a su vez en favor de una cúpula familiar y militar, convertida finalmente en la dueña absoluta de todo. Esta es, en síntesis, la esencia del modelo cubano, el mismo que fue impuesto en Venezuela por el régimen de Hugo Chávez a través de la aplicación de una supuesta legislación contra la legitimación de ganancias ilícitas, camino que pretende recorrer el masismo en Bolivia con la misma intención expropiadora y, por tanto, liquidadora de la libertad, en los días que corren.
Después de casi 63 años de su aplicación en la isla caribeña, la situación de la igualdad material prometida es un desastre. Veamos en principio en este artículo lo concerniente al empleo asalariado.
El régimen declara 93% de empleo; los estudios independientes realizados por académicos de prestigio, uno de ellos Carmelo Mesa-Lago, refieren que se trata de desempleo encubierto: donde debía trabajar una persona, trabajan dos o más, depauperando objetiva y subjetivamente la calidad del trabajo con la finalidad de proyectar una imagen exitosa. Los datos acerca de la composición de esa masa empleada no son disponibles, no existiendo la posibilidad de hacer una distinción entre los asalariados y no asalariados, como tampoco respecto de los primeros, los del sector estatal y del sector mixto o privado que opera con capitales extranjeros en la isla desde 1993.
La Resolución Nº 29 del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social cubano, publicada el 10 de diciembre de 2020, establece el salario mínimo en general en 2100 pesos cubanos equivalentes a $us32,8 según el cambio real. Para los militares, ese mínimo es 3350 pesos, 1350 por encima del general, equivalentes a $us52,3. En la misma esfera del empleo se inscribe también el sistema de esclavitud de los médicos cubanos ampliamente denunciado internacionalmente, cuyas características fueron presentadas en un artículo publicado en el suplemento Ideas de Página 7 de 11 de julio de 2021, constituyendo un ejemplo del colmo de la explotación del hombre por el hombre.
Frente a esos niveles salariales debe contrastarse el costo de algunos productos básicos de la canasta familiar, obtenidos de fuentes directas desde dentro de Cuba: 1 pan de 150 gr, asignado a razón de uno por persona, cuesta 1,00 peso cubano; 1 huevo cuesta 2,20; 1 lb de azúcar morena, 4,00; 1 kg de pollo (importado desde Kentucky, EE. UU), 20,00; 150 gr de café -estirado con arvejas (chícharos)- u otros, 8,00. Todos son productos distribuidos, cuando hay, por libreta de abastecimiento, la misma vigente desde el comienzo del régimen comunista. Por otro lado, están los productos disponibles en las tiendas dolarizadas, denominadas “MLC”, “moneda libremente convertible”, destinadas a las personas pudientes. Allí se encuentra por ejemplo harina, a razón de 1 kg por $us1,40 dólares; aceite, 1 l por 2,00 y leche, 1 l por 3,40.
Los productos de aseo y limpieza muestran similar situación. Por libreta se tiene: detergente líquido a razón de 1l por familia cada 3 meses, por 25,00 pesos cubanos; jabón de tocador, 2 por persona al mes, por 7,00 cada uno; jabón de lavar ropa, 1 por persona al mes, por 6,00; 8 ml de dentífrico por familia al mes, a 15,00. En tiendas MLC, 500 gr de detergente en polvo por $us2,20; 750 gr de champú por 5,50. Los materiales de escritorio no están disponibles.
Lo menos que paga una familia por agua, luz eléctrica y gas al mes es 50,00, 130,00 y 360,00 pesos cubanos. El servicio de telefonía móvil por persona cuesta un aproximado de 400,00. El alquiler de una habitación, así sea en casa compartida, gira en torno a 1200,00 pesos cubanos; un apartamento de 2 habitaciones, 6000,00.
Respecto de la ropa, un pantalón cuesta en promedio 2000,00 pesos, un par de zapatos, 1500,00, una remera, 1000,00 y una blusa o falda, 700,00.
Los gastos en salud, originados en la crisis del sistema público sobre la cual se presentarán detalles en un artículo posterior, bordean los 350,00 pesos por consulta dental, y entre 2000,00 y 5000,00 el proceso hasta el diagnóstico de una enfermedad. No hay medicamentos en las farmacias, tan solo hipertensivos con receta médica.
¿Cómo sobreviven los cubanos en este contexto? Unos no sobreviven; otros, con las remesas de dinero de sus familiares que trabajan fuera. Paradoja de un estado ateo comunista donde sobrevivir es una cuestión de “fe”: Familia en el Extranjero.
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