13 Ene Nacida
Grita y grita, más seguido y menos fuerte. Escapa en el sudor su último aliento. Algo está mal, muy mal. “¡Cómo otro hijo pues!”, en voz alta y con susurros, de frente y por la espalda, lamentando y recriminando. Lugar común desde hace meses, sazonando cada día la lucha por subsistir. “Vamos a una clínica, en el hospital se morirá”.Tres puertas se abren… tres puertas se cierran. Falta dinero. Falta tiempo también. Ella ya no grita, sólo suda.
Cola en emergencias. Los pobres suelen caer allí de noche, pasadas las doce. “¡Por favor, se está muriendo!”. No, ya está muerta.
¡Ay, qué dolor! Por ella, por los tres que quedan, por ellos, por nosotros, sus hermanos, por todos. Llanto de muerte.
“¡Por favor doctor, sáquela a la guagüita! Para enterrarla aparte… estaba ya naciendo…”. Ideas de pobre, de iluso. ¿No ve tanta gente que hay que atender? “¡¡¡No puedo!!!” (¡¡¡No quiero!!!).
Vecino bendito, estudiante de cuarto año de medicina. Así nomás, “alaquete”[1], en el cuarto redondo desalojado de prisa, hace el favor: Total, ¡si ya está muerta!
Envuelta en un trapo carga la criatura el hermano de la difunta, la aprieta contra su pecho. Llanto de muerte, profundo, profuso, silencioso…
“Ua…uaa…¡Uaaa!…¡Uaaaaa!!!!!, llanto agudo, in crescendo, milagroso… ¡No puede ser! ¡Sí, sí! Llanto, ¡¡¡llanto de vida!!!!!
¡Ay, qué dolor! Por ella, por ellos, por nosotros, por todos… por la humanidad.
[1] “Alaquete”, contracción de “a la que te criaste”, expresión que significa “de cualquier manera”, “sin protocolo ni pericia”.
No Comments