Gisela Derpic | LIBER, EN ESCENA
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LIBER, EN ESCENA

Anarquista convencido, libertario de pura cepa, decías ser “un croto”. Y lo eras, viajante sobre los trenes en tu país de nacimiento, Argentina, sintiendo en tu cuerpo la experiencia de la libertad al cortar con él el viento, subiendo y bajando en cualquier parte, porque el destino era el camino, cargando toneladas de creatividad para arrancar lágrimas y sonrisas a la gente de pueblo en pueblo, y así no morir de hambre.

Libertad, tu único tesoro, fuente del extremo desprendimiento de todo lo que no fuera sentimientos. A la manera radical de Tolstoi, el anarquista cristiano del que tantas veces me hablaste, agnóstico convencido, por ser yo creyente, en acto de solidaridad conmigo.

Solidaridad, desbordante, sin pretensión de condescendencia o recompensa, en esta o en cualquier otra vida; por la inagotable sensibilidad irradiada contagiándose, siendo pocos los indiferentes ante el remolino de ternura en el que envolvías todo y a todos, entregando tiempo, escucha, palabra, gestiones y cuanto hayas tenido a mano para aliviar pesares y procurar respuestas.

Entre las “lamparitas” encendidas con tu impronta están el Conjunto Teatral “Nuevos Horizontes” fundado en Tupiza en 1946, y la epopeya cultural de la FSTMB, entre 1963 y 1985. El nombre “Nuevos Horizontes” del Conjunto, alude a la nota de quienes al arribar a sus horizontes soñados, se lanzan de inmediato hacia el futuro, sin mirar atrás, sin dejarse morir quedándose atados a un pasado irremediable.  En Tupiza, ese pequeño pueblo del sur de Bolivia, se produjo la aventura cultural de renombre allende los mares, convirtiéndolo en punto de llegada de decenas de seres sedientos de compartir arte y práctica fraterna. Estaba naciendo el teatro moderno boliviano.

Desde allí tejiste la fraterna red de los centros mineros con las giras, desarrollando la estrategia del teatro como mediación para mejorar a las personas y a los contextos. Allí se coló tu contribución fraterna como Asesor Cultural de la FSTMB y la COB, apostando al corazón de los trabajadores mineros y a la independencia de sus organizaciones matrices, las de todo el pueblo boliviano. No olvidaré la indignación que te provocaban las señales de traición a los valores de la lucha obrera por quienes se vendieron al poder por puñados de lenteja.

Extendiste los fractales éticos y estéticos de tus sueños en las últimas experiencias de formación de los animadores de teatro, esos cursos impartidos en todo el país cuyos frutos se cosechan aun hoy día en los escenarios bolivianos. Reconocías gratamente el apoyo recibido a ese cometido de parte del “Negro” Romero, alejado de las filas “revolucionarias”, frunciendo el ceño al recordar que una segunda versión de tal proceso motivador del arte y la cultura no prosperó porque los burócratas izquierdistas, políticamente correctos, la rechazaron porque no tenía “enfoque de género”.  Buena tela para cortar, ¿no?

Testimonio palpable de esa travesía, disponible para quien lo quiera tomar, es la enciclopedia “Teatro-juegos”, maravilloso texto en el que pusiste a dialogar a los más grandes del teatro del mundo a lo largo de la historia, sobre todas las facetas de las artes escénicas. También ahí están los boletines y las revistitas, esperando nuevas expediciones en los medios digitales. Quienes abrigamos en nuestros corazones algunas semillas de aquellas que a manos llenas lanzaste desde los vagones del tren de tu vida, gastada con tanta generosidad, así lo haremos.

En tu memoria, a los 103 años de tu nacimiento.

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