08 May GLOBALICEMOS LA LIBERTAD
La globalización, para unos, comenzó con el descubrimiento de América en el siglo XV y, para otros, con la aceleración del desarrollo del conocimiento y la innovación tecnológica desde la segunda mitad del XX. En cualquier caso, arrancó en la cultura o civilización occidental, “conjunto poco definido de países, culturas, idiomas y religiones propias del hemisferio oeste del mundo, en contraposición con las culturas o civilizaciones orientales, las del este del planeta”, según la Enciclopedia Humanidades. Sus efectos afectan la vida de millones de personas, no sólo en el occidente; en especial, con la interconexión digital que propicia una dinámica “cultura global”. No siempre para bien como se evidencia por dos fenómenos relevantes: la transnacionalización del crimen organizado y la arremetida del totalitarismo con pretensión de expandirse globalmente.
Por su parte, el bloque antioccidental totalitario a cuya cabeza están Rusia, Irán, China y Corea del Norte, hoy disputa físicamente el dominio geográfico mundial, atacando como en Ucrania y mediante acuerdos y convenios con sus cómplices y amigos que en América van desde México en el norte, pasando por Cuba y Nicaragua en el centro, hasta Venezuela, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile -en diciembre perdió a la Argentina- en el sur, instalando en los territorios de estos países bases de operación militar, servicios de inteligencia y sistemas de captación de dinero. Es el desmantelamiento de los estados democráticos para el reinado totalitario.
1) El vilipendio de occidente negando los avances indiscutibles inaugurados en la modernidad con el proyecto liberal, alcanzados en materia de mejoramiento de la vida de millones de personas. No sólo eso, también devaluando sus valores, principios y categorías con el robo de las palabras para instrumentalizarlas al servicio del totalitarismo criminal, negando la igualdad de los individuos, la universalidad de los derechos humanos e implantando oxímoron como “democracias populares, de partido único y comunitarias”.
2) La apología de los supuestos portentosos éxitos económicos, tecnológicos y militares del bloque antioccidental, imposibles por su intrínseca incapacidad para generar riqueza y su inevitable dependencia de la parasitación de otros, fallos estructurales evidenciados largamente por los fracasos de proyectos similares, que se manifiestan actualmente en los profundos problemas económicos y sociales que afectan a las poblaciones rusa, china, iraní y norcoreana -para hablar de la primera línea de este bloque- con escaso o nulo crecimiento. Ucrania, la valiente, luchando de pie hasta ahora pese a no contar con toda la ayuda que debería prestarle el occidente, también es prueba de cargo contra el supuesto poderío ruso cacareado por Putin.
Propaganda eficaz, derivada en terror. Tanto que el Occidente se ha creído las imposturas, y el gigantesco fantasma de un enemigo poco menos que invencible, se ha convertido en una realidad temible, revelando las debilidades de los sistemas de inteligencia y análisis estratégico, cuando la verdad está al alcance de un clic. El terror ha aletargado a Occidente, lo ha dejado sin iniciativa. Es tiempo de que el hijo de la Libertad la defienda porque ella no se defiende sola; que la madre de la globalización recupere dominio sobre ella y la ponga al servicio de la democracia, aplicando todos los medios compatibles con los valores de ésta.
En suma, la consigna de Occidente, nuestra consigna, es globalizar la libertad.
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