13 Dic ESTÁS VIVO
Cuando entres a tu clase, hijo mío, pon en silencio el celular sin apagarlo, y guárdalo por si te sea útil para buscar el significado de alguna palabra que escuches o leas en las actividades de ese día y así al menos gane un poquitito tu vocabulario. Es bueno que recuerdes, o aprendas si no sabes, que en ese celular que llevas contigo no solamente hay juegos y redes sociales, sino también millones y millones de datos valiosos que te sacarán de la ignorancia en que el bachillerato te arrinconó, si es que aprendes a buscarlos y los distingues de la basura cibernética con la que se encuentran mezclados en espuria cohabitación.
A diferencia de esos seres con figura humana que se dejan caer en calidad de bultos sobre los asientos, miembros connotados de la muchedumbre hispanohablante que a coro impuso que las películas sean dobladas al español porque no pueden o les da flojera leer los subtítulos, tómate el trabajo de ganarte el nombre de “persona”, mira el rostro a quien sea tu docente y escucha lo que dice así no te interese, y si no le entiendes, levanta tu mano para hablar y pídele que te lo aclare. Te aseguro que no caerás desmayado por semejante esfuerzo físico.
Te sugiero que lleves contigo un cuaderno o libreta -no volantes que luego perderás- y apunta las palabras que parecen clave, o un esquemita de aquellas ideas que esa persona frente a ti comparte, verbalmente o en el pizarrón. Si es de quienes usan el power point -o abusan de él porque casi casi está en las mismas condiciones tuyas y necesita el chanchullo para decir algo coherente-, es momento de sacar tu amado complemento electrónico y tomar unas fotitos. Así le llevarás algo más que tedio cuando vayas a casa. Juro por lo más sagrado que te servirá, así sea para dar un examen reproductivo disfrazado de prueba creativa.
Anota también el “práctico” encomendado, aunque sea más teórico y repetitivo que la palabra, para que no olvides hacerlo. Que tu docente aclare todas tus dudas al respecto. Más aún, registra la fecha de su presentación y las de los exámenes. Será un salvavidas en cualquier momento de desastre. Y ojo, no quiero que seas el mejor alumno, no me importa que tus calificaciones sean muy altas, ¿sabes por qué?, porque dependen de muchos factores y no dan cuenta de la calidad de tu desempeño.
No me des excusas, no las aceptaré como explicación. Ni que la materia no te gusta o que el docente te tiene tirria, que el horario es pesado o no sé qué cuántos pretextos más. No me digas que te aburres y que no encuentras placer en el estudio. ¿Quién te hizo creer que todo en la vida tiene que ser facilito y entretenido? A ese alguien habría que hacerle un proceso por falso testimonio y por mentir, pues hay una cosita que es imprescindible para el éxito humano: la capacidad de hacer lo aquello no nos gusta, eso que incluso nos desagrada. ¿Sabes qué se llama esa cosita? VOLUNTAD.
Despierta hijo, en el aula, sea para asombrarte con nuevas ideas, con un mero cambio de perspectiva ante un problema o, por qué no, con las cualidades maravillosas o las terribles carencias del docente, pero házlo. Sal de la inercia y pónte activo. Es que todavía no estás muerto. Por el amor de Dios, ¡siente y muestra que está vivo!
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