24 Sep EL MAL VERSUS EL MAL
Estamos presenciando hace un tiempo el cruce de palabras entre dos sectores del masismo, en tono cada vez más subido, señal de su proceso de putrefacción. Cada uno tiene varios voceros, pero los más connotados son un exmandatario y un diputado oriental que intercambian acusaciones y amenazas con un encono tal que solamente puede explicarse por su origen en uno de los deseos más intensos y extremos capaz de reducir a los humanos a su más baja condición: la angurria de poder.
En general, el contenido de las injurias y amenazas intercambiadas por tales personajes no es nuevo; es un inventario de actos criminales cometidos por militantes del MAS desde 2006, aún hoy en la impunidad, conocidos gracias al goteo persistente de información desde dentro del gobierno y a su difusión en medios de comunicación independientes y, cómo no, las bien habidas redes sociales. Sin embargo, de vez en cuando “muere el pez por su boca”, pues uno de los voceros de este espectáculo, a más de lucir su capacidad para mentir, su desconocimiento del significado de la palabra democracia y su ningún sentido de la moral, suele dar a conocer novedades importantes, como hace un par de días cuando dijo en un acto público: “¡Claro! Unos se sacan la mugre haciendo campaña por instrumento político, algunos feliz robando plata o extorsionando al narcotráfico… y eso tarde o temprano va estallar, recuérdense eso”. Gente del gobierno “extorsionando al narcotráfico” … una prenda de gran tamaño la soltada, ni duda cabe. Más grande que el detalle de los casos de corrupción que le endilgó el otro, el oriental, al responderle amenazándole con acciones legales de fiscalización por al menos una docena de ellos.
En apariencia es un enfrentamiento entre malos y buenos, peores y mejores, viejos y nuevos; pero no es así. Es una modalidad surreal de “primarias” prematuras, un combate interno de masistas “tales para cuales” por la propiedad sobre la sigla, embadurnados todos con el lodo de la corrupción de pies a cabeza, iguales entre sí. No en vano mientras el representante de uno de los sectores era presidente, el del otro era su ministro estrella, nada menos que de economía y, por consiguiente, conocía, facilitaba, autorizaba y encubría el latrocinio, el despilfarro, el saqueo de los recursos públicos.
Es el mal versus el mal, actor desde el comienzo del asalto al patrimonio económico, financiero y natural del país, de la depredación del medio ambiente y la vulneración de los derechos humanos, de los ataques al estado de Derecho y la institucionalidad democrática; el responsable de la depauperación sostenida económica, política, social, moral y cultural cuyas facturas han comenzado a ser pasadas a los bolivianos y que, como van las cosas, no parece comprometer la reproducción del poder, pues son gobierno y oposición, al mismo tiempo.
Por tal razón, esta guerra entre el mal y el mal es un espejismo en el desierto político en que se siente y deplora la ausencia de una verdadera oposición democrática que entre en la lucha desde las contadas trincheras institucionales que quedan y que a la vez aliente la esperanza en un futuro distinto para nosotros y el país, saciando la legítima sed de alternativa a quienes desde el llano compartimos nuestros criterios, impresiones y sugerencias con la opinión pública y, en especial, con los que han sido beneficiados por nuestro voto de confianza en las elecciones y que nos deben estar ahí donde están, como senadores y diputados, habiendo recibido de parte nuestra el mandato de ser, en efecto y con todas sus consecuencias, oposición. A ellos y a quienes representan las siglas que les auspiciaron les decimos que deben decidirse de una vez por todas a hacer política en serio, superando las acciones individuales aisladas, muchas veces limitadas a denuncias y comentarios sin contenido propositivo, que si bien demuestran valor civil y compromiso con causas específicas muy nobles, no tienen eficacia en el sentido estratégico del desafío.
A esas mujeres y hombres ungidos como senadores y diputados por Comunidad Ciudadana y Creemos con el voto de la ciudadanía disconforme con el régimen, les reclamamos que abran bien sus ojos para identificar al enemigo con todos sus disfraces, y cierren bien sus bocas antes de defender al mal de los ataques del mal, demostrando una ingenuidad inadmisible. Les pedimos un accionar conjunto sostenido, sistemático y sistémico que incluya propuestas de acción a la ciudadanía, que se articule con ella a través de sus organizaciones e instituciones en una interacción directa y presencial; que sus conferencias de prensa y directas esporádicas sean parte de una estrategia intensiva de repetición sintética, creativa y atractiva de mensajes relevantes y movilizadores, en lenguaje asequible, manteniéndonos activamente informados, unidos en la acción, construyendo la alternativa que devuelva la democracia a Bolivia para celebrar, con dignidad y motivo, su Bicentenario.
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