Gisela Derpic | DESEO
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Apenas se la podía ver caminando entre los escritorios. Con vocecilla casi inaudible se presentó y relató su historia a esa desconocida recomendada por su única amiga, porque “tiene carácter, es decidida y valiente, se ha sobrepuesto a problemas graves”. Comenzó con dificultad y luego siguió, incontenible:

  • Me casé al salir del colegio, con mi primer chico[1], el primero y único hombre, hasta ahora. Estábamos enamorados… me embaracé… su familia no quería… – describiendo los pormenores del terrible trance. (Frecuente)
  • Nos fuimos a vivir con sus papás. Él estudió; yo no, me quedé en la casa – detallando las dificultades de acostumbrarse. (Usual)
  • Mi suegra estaba conmigo todo el tiempo… en la casa y también cuando salía – poniendo varios ejemplos patéticos. (Exagerado)
  • Así tuve tres hijos – orgullosa de su valor en los partos y de su sacrificio en la crianza. (Natural)
  • Mi marido acabó de estudiar, comenzó a trabajar. Le fue muy bien, tiene una gran empresa, contratos de mucho dinero… nunca nos faltó nada. Aunque quien administra la plata es mi suegra – lagrimeando al recordar momentos vergonzosos. (Injusto)
  • Siempre me ha despreciado, “inútil, inservible, muerta de hambre” me dice, delante de mis hijos… ellos también piensan así. Me tratan así – desvelando su resignación. (Cruel)
  • Hace tiempo ya que comenzó a tener otras mujeres… me doy cuenta porque me trata peor. Hasta me pega… no siempre, algunas veces – presentando por sí misma una atenuante para él. (Común).
  • Pero nunca hizo lo que hace seis meses: ¡se fue de la casa, con otra! – recordando entre sollozos hasta los más mínimos detalles del momento en que cargó su ropa para no volver. (Frontal)
  • ¡Por eso estoy aquí! ¡Ayúdame por favor! – con el rostro cubierto de lágrimas mientras ase sus manos con las suyas – ¡Solo tú puedes hacerlo!
  • No lo sé. Trataré de ayudarte en lo que me sea posible –en su eterno estilo seguro – . Para hacerlo, dime qué deseas para ti, para tu vida.
  • ¡Ay, ay ay! – ahogada en llanto – ¡que vuelva a la casa, nada más!

Silencio demoledor sobreviniente a lo insospechado. Ayuda impedida sobreviniente por lo insospechado.

Se marchó entre los escritorios. Ya no se la veía.

[1] “Chico”, vocablo utilizado en vez de “enamorado”.

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