23 Dic ¡ADELANTE!
El 10 de noviembre –inesperado homenaje a Potosí- llegamos al final de la primera etapa en el camino a la recuperación de la democracia después de casi catorce años. Para unos fue y seguirá siendo una transformación al más puro estilo dialéctico, tejida en múltiples eventos protagonizados por múltiples actores. Para otros, la disipación del devenir caótico, azaroso e impredecible. En ambos casos, esencialmente compleja. Omisión imperdonable sería no mencionar esa explicación vía la intervención de fuerzas ocultas que en las sombras hicieron todo. De cualquier manera, conviene ver lo acontecido, en osado resumen, de adelante hacia atrás.
- Añez asumió la presidencia por sucesión constitucional.
- Fue habida la sentencia constitucional 0003/01 que funda la sucesión “ipso facto”.
- El régimen caído lanzó al ataque a sus hordas delincuenciales.
- Los estrategas del autoritarismo instruyeron la renuncia de sus esbirros de más alto rango.
- El caudillo renunció.
- El alto mando militar decidió no reprimir al pueblo.
- La policía se amotinó.
- El pedido de renuncia del caudillo se multiplicó.
- Los cívicos pidieron la renuncia del caudillo.
- El informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) estableció “manipulación dolosa” del proceso eleccionario.
- La misión de la OEA se desempeñó con alta calidad técnica.
- El Movimiento Al Socialismo (MAS) cometió un fraude enorme y descarado.
- Comunidad Ciudadana (CC) articuló la aspiración democrática logrando un gran apoyo ciudadano.
- La campaña electoral fue totalmente desigual.
- El Tribunal Supremo Electoral (TSE) estuvo subordinado al gobierno masista.
- El Tribunal Constitucional violó la Constitución y desconoció el referéndum del 21 de febrero de 2016 (21f) para habilitar al binomio oficialista.
- Bolivia dijo “No” al prorroguismo masista el 21f.
¿Dónde y cómo estamos parados ahora? Frente a un largo camino de recuperación democrática, con la punta del gigantesco ovillo a envolver entre los dedos. De a poco y sin cesar. Con incertidumbre porque el MAS no está muerto, habrán muchas candidaturas y no podemos confiarnos en los nuevos vocales electorales que pueden ser masistas; en fin, estamos urgidos de certezas. Veamos si podemos alcanzarlas.
El MAS colapsó por su podredumbre acumulada y creciente. Le aquejan contradicciones profundas cuya resolución determinará su devenir. En cualquier caso, seguirá siendo un actor porque no hay base legal para extinguirlo y, aunque hubiera, es aconsejable integrarlo a la formalidad institucional política aspirando a que su tendencia menos retrógrada prevalezca.
Al frente se vislumbran varias propuestas políticas electorales: Carlos Mesa con CC, los cívicos, por separado o juntos, Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina y Chi. Personas populares manifiestan intenciones de avanzar a la arena política. En fin, multiplicación de candidaturas, división del voto. ¿Motivo de desazón? No lo considero así de suyo, pues la democracia precisamente tiene que ver con la diversidad. También con el respeto y la protección a las minorías. Además –corriendo el riesgo de ser mal vista- me gusta la idea de volver a la democracia pactada. Durante larguísimos 14 años aprendí a añorarla y con todos sus defectos se me antoja una maravilla. Así que calculo una primera vuelta sin ganador. En segunda vuelta, con acuerdo programático con otras fuerzas menores, la candidatura democrática ganará al MAS.
El desafío es elegir a la mejor opción democrática. Para lograrlo aventuro algunas sugerencias. Al electorado, que hagamos del voto un ejercicio responsable de la soberanía que reside en nosotros como electores, dándonos a la tarea de atender los debates que por fin volverán como parte fundamental de las elecciones, oportunidad para ver de frente las cualidades y los defectos de quienes candidatearán y entonces dar nuestro voto a quien consideremos está en ventaja para tomar las decisiones que afectarán nuestras vidas y las de nuestros descendientes. También averiguar y comprender las propuestas de las distintas opciones y votar informados. Que no nos den gato por liebre, por favor. A los partidos y alianzas: escojan cuidadosamente a las personas para promoverlas al legislativo porque a diferencia del 20 de octubre que nos hicimos de la vista gorda ante algunos ejemplares muy o casi nada conocidos, porque lo que importaba era derrotar al que sabemos, ahora no será así y tengan por seguro de que vamos a mirar con lupa las listas. En primer lugar, queremos personas confiables, honestas y capaces; mujeres y hombres, de la tercera edad, adultos y jóvenes, de las ciudades y del campo, mestizos e indígenas, con título y con experiencia. Variadito, ¿ya? Pero cuidado, no queremos esos eternos representantes que ya no representan a nadie, tránsfugas y oportunistas que tocan todas las puertas sin pudor alguno, conocidos por sus mañas o desconocidos pero parientes y amiguitos de no se sabe quiénes. También, por caridad y por si acaso, asegúrense de tener delegados previamente capacitados en todas las mesas de sufragio.
¿Y si hay masistas en los tribunales electorales? Al final de cuentas estamos soportando una correlación de fuerzas favorable al MAS en los órganos legislativos del país y de los departamentos, que no guarda relación con la realidad (y sospechamos fundadamente como producto de la maquinaria de fraude instalada desde 2006), y es probable que suceda. Aun fuera así, es claro que la estantería del autoritarismo populista se cayó y ya no tiene posibilidades de hacer lo que hizo: manipular los datos, favorecer a sus candidatos con recursos y aplicación parcializada de las normas, hegemonizar la publicidad en los medios de comunicación del estado, etc.
Por lo dicho, sin bajar la guardia, no veo razón para caer en pánico. Al contrario. Estoy entusiasmada ante la vuelta de un escenario electoral más limpio, como ciudadana de a pie, demócrata convencida y amante de la libertad. Emocionada, como esa jovencita que un 10 de octubre de 1982 se puso a llorar al ver abriéndose la puerta del camino a la democracia en el país. Convencida de que es el mejor de los caminos porque nos da la oportunidad de saber lo que está sucediendo y decir lo que pensamos al respecto, de ejercer nuestros derechos y/o luchar por restituirlos, de denunciar lo que está mal y de confiar en que el estado de derecho podrá contra el abuso de poder. Comprometida en la construcción de esa sociedad y ese estado de respeto y de participación entre iguales, sabiendo que será a largo plazo y que ser demócrata no es una táctica sino una estrategia, un estilo de vida. Desafiante y hermoso, ¿verdad?
(Publicado en IDEAS, Página Siete, 22 de diciembre de 2019)
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