22 Ene A TOMAR EN CUENTA
El momento político actual es decisivo: se consolida o no la dictadura. De eso se trata. Es cierto que no depende de mera voluntad lo que suceda; también que las fuerzas democráticas deben actuar decidiendo los pasos a dar con cuidado, sobre la base de la experiencia y la reflexión acumuladas; en algunos casos desde los tiempos de resistencia a las dictaduras a partir de los años setenta y, en otros, desde el comienzo de la arremetida autoritaria masista en 2006. En buenas cuentas, de la lucha de la juventud ansiosa de oportunidades cerrando filas con nosotros, sus abuelos y padres, para proseguir la gesta libertaria que nos toca.
Como un aporte en esa dirección propongo no olvidar lo siguiente:
1.Las pugnas entre sectores del MAS, cuya autenticidad, motivos y profundidad no están claros, en ningún caso alteran un hecho irrefutable: todos son copartícipes intelectuales y materiales, directos e indirectos, en la liquidación de la institucionalidad democrática, el Estado de Derecho y el sistema jurídico; la vulneración de los derechos humanos, el asalto al patrimonio público, la corrupción, la criminalidad y la impunidad; el despilfarro, la incompetencia y la ineficiencia; la depredación del medio ambiente en asociación con empresas de dentro y fuera del país; la pérdida de soberanía en favor de la intervención cubana y venezolana. Por tanto, son lo mismo y no vamos a caer en la trampa de alimentar expectativa alguna en su enfrentamiento.
2.En la vereda democrática, todos somos necesarios y vamos a ser inclusivos con radicalidad, por buen sentido y por fuerza. Las únicas condiciones, para ser partícipes del movimiento ciudadano en marcha, son la irreductible determinación de defender la democracia con todos los medios no violentos disponibles y la manifiesta contribución a la unidad que implica aceptarnos tolerando las flaquezas de cada quien y la disposición de tomar el lugar desde el cual nuestra presencia sea más efectiva según el consenso. Mientras más voceros y líderes tengamos, mejor; sin embargo, a la hora de decidir quienes deban representarnos, vamos a promover sobre la base de procedimientos de amplia consulta de cumplimiento ineludible. Por consiguiente, desde ahora habrá que advertir a aquellos que recurrentemente le hacen el favor de dividir el voto al adversario que no vamos a tolerarlo.
3.La unidad no es una consigna vacía de contenido ni una declaración que se firma de vez en cuando. Es una práctica de ejecución de acciones de corto, mediano y largo plazo, sustentada en la reflexión compartida. No en vano la política, la acción más humana de todas, es el diálogo plural sobre los intereses y objetivos comunes para la identificación y recorrido de los caminos hacia su consecución. Con tal premisa, vamos a requerir de los dirigentes sociales, cívicos y políticos la pronta instalación y funcionamiento de la convergencia democrática boliviana.
4.La subordinación de la administración de justicia al poder político es la punta del ovillo a asir con fiereza entre todos para comenzar el camino de recuperación de la democracia de verdad, cuanto antes, sabiendo que la dictadura aplicará sin escrúpulo todas las tácticas a su alcance para impedirlo, pues los esbirros en función de fiscales, jueces y magistrados son sus represores eficientes, encargados de quitar del camino a los opositores violando sin embozo derechos y derecho y a la par de garantizar impunidad a los militantes de la organización criminal que ha expropiado el país a su favor desde 2006. A cuanta táctica de obstaculización a la reforma judicial aplique el poder, opondremos creativa e incansablemente vías para lograr la reforma judicial, comenzando por la iniciativa ciudadana y referéndum.
5.Sin Santa Cruz, Bolivia no es posible. Las dimensiones de su fuerza económica, su conciencia cívica y su peso político se reflejan en el grado superlativo de su importancia en el país. No solamente eso. Se ha convertido en domicilio de la esperanza por las oportunidades que ofrece para prosperar en libertad, a diferencia de otras regiones cuyas potencialidades son una y otra vez desaprovechadas porque están encadenadas por el corporativismo delincuencial aliado del poder. Por eso mismo la dictadura pretende aniquilar a Santa Cruz, sabiendo que hacerlo es un requisito de su consolidación, condenando de esa manera al país entero a la cancelación de las oportunidades y a la miseria que reduce a las personas a material de subasta barata. Por eso hay que defender a Santa Cruz, a brazo partido.
Está probado que la experiencia histórica de los pueblos deja en el cuerpo de sus miembros huellas que se convierten en genéticas y, por tanto, hereditarias. En nuestro caso, la huella que nuestros antepasados marcaron en nuestro ser en el devenir de su vida, esa huella que explica por qué no nos cansamos y no nos rendimos, en palabras de Simón Bolívar es “un amor desenfrenado por la libertad”. ¡Vamos a por ella!
No Comments